Una de las cosas más entretenidas de viajar o vivir fuera es poder conocer tradiciones culinarias diferentes. Y aunque uno crea que ha oído hablar de todo ya, existen muchísimas costumbres gastronómicas muy originales que uno aún no conoce. Este fin de semana tuve la oportunidad de conocer una, los calçots o calsots. Y realmente me sorprendieron. Tanto por lo que se come, por cómo se prepara y por cómo se come! Bueno, vamos por parte.
Los calçots son un tipo de cebolla originaria de Cataluña, específicamente de la provincia de Tarragona, que se cosechan cuando aun están tiernas, a fines de invierno o principios de primavera, y se cocinan en una parrilla a fuego vivo. La idea es que las capas exteriores de las cebolla se quemen quedando el interior bien cremoso. Se comen acompañados de salsa romesco, una salsa a base de pimentones secos, tomates y ajos asados, almendras, aceite de oliva, entre otros ingredientes.
No tuve que viajar hasta Cataluña para probar esta original delicia. Gracias a una amiga catalana que encargó los verdaderos calçots, pudimos disfrutarlos aquí en el País Vasco! Aunque me imagino que probarlos en una calçotada, una tradición que se celebra en Tarragona donde comen claçots a cantidades, debe ser también genial. Una verdadera fiesta gastronómica.
Una vez conseguidos los calçots (se calculan al rededor de 10 a 15 por persona), nos juntamos a prepararlos, que es básicamente juntarse al rededor de una parrilla, que mejor! Se ponen sobre la parrilla tal cual. No es necesario lavarlos ni pelarlos ya que lo exterior se terminará quemando y no se come. Se come la parte interior que queda protegida y bien cocinada, blandita y jugosa.
Cuando el calçots esta bien quemado por fuera, se sacan de la parrilla y se en vuelven en papel de diario, unos 20 a 25 calçots por paquete y se dejan cerca de la parrilla bien envueltos por una media hora aproximadamente. Esto hace que se terminen de cocer con su propio vapor quedando aun más tiernos y suaves.
Estos paquetes de papel de diario se llevan directamente a la mesa. Cada uno toma un calçots y con una mano tomas el calçots desde las hojas verdes y con la otra tiras desde abajo la parte quemada. Es bastante simple, ya que de solo un tirón sale lo quemado y te quedas con la parte interior que es la finalmente comes. Tomas el calçots ya limpio y lo untas en la salsa romesco, luego echas la cabeza hacia atrás y te comes el largo calçots de una vez, si puedes. Delicioso!
Todo esto es muy entretenido de ver y hacer. Desde que te juntas al rededor de la parrilla, esperas a que se cocinen todos, hasta que te sientas en una larga mesa y te lo comes. Ver a cada uno trabajando su calçots es genial, cada persona termina de "cocinar" su propio plato y eso lo hace algo de por si ya diferente.
Aunque el verdadero calçots es el de la Cataluña y la salsa romesco se hace con el pimiento de acá, yo en Chile me animaría a hacerlos. Podrían hacerse con unos cebollines nuevos. Es importante que no estén viejos ya que podrían ser un poco fuertes. Y prepararlos con el mismo sistema. Aunque no van a quedar iguales porque no se consiguen los mismos productos. les aseguro que se pasa muy bien!
Bueno y obviamente si alguno de ustedes esta en Cataluña a fines de algún invierno, no dude en ir a una calçotada, algo único, diferente, muy original y por sobre todo riquísimo!